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La (anti) inmobiliaria que te paga

No sé si vienes de idealista, has visto un anuncio y te ha picado la curiosidad o simplemente un amigo con buen criterio te ha mandado el enlace.

Sea lo que sea, sigue leyendo, que quiero proponerte algo interesante.

Los de las Casas

Te contesto a lo primero que te has preguntado casi seguro.

«¿Qué narices es esto?»

Pues es muy sencillo.

Esto es una inmobiliaria. Y te paga.

A ver, lo primero me presento.

Soy Edu y tengo una inmobiliaria.

Pero no es una inmobiliaria corriente.

Es una inmobiliaria diferente.

¿Y por qué es diferente?

Pues porque te paga.

¿Así sin más? ¿Sin hacer nada?

No. Haciendo algo.

En unas líneas, te cuento más acerca de esto, pero para que entiendas mejor todo, deja que te cuente una historia.

Soy una de esas personas que se solía meter en Idealista sólo para ver qué había en el mercado.

Cotilleaba las nuevas casas en venta del barrio donde crecí.

Ojeaba casas que costaban muchos millones, como si me las pudiera permitir.

Hasta buscaba las casas donde iba a ir de vacaciones.

Ese era mi nivel de frikismo con el tema inmobiliario.

Ahora lo sigo haciendo, pero no por hobby, sino porque es mi trabajo.

Así, por lo menos, cada vez que estudio las casas disponibles en el mercado, ya no lo estoy haciendo por amor al arte, sino para encontrar el mejor hogar para mis clientes. O la mejor venta para su vivienda.

Espera, que esto no es un publireportaje de la 2

No te voy a contar lo bueno y maravilloso que soy. Es más, la historia que quiero contarte no es ni reciente.

Es de hace unos cuantos años. Cuando el mundo inmobiliario era un hobby para mí.

Es la historia de cómo me jodieron, pero bien, al comprar mi casa.

Hace unos años, mi mujer y yo decidimos cambiar de casa.

Mis hijos estaban creciendo y se les quedaba pequeña la habitación que compartían.

Yo, que ya tenía madera de futuro consultor inmobiliario, recabé un montón de información, me tragué blogs infumables y hasta vídeos en YouTube de americanos con trajes caros.

Estuvimos 2 años investigando el mercado, tratando con inmobiliarias, agentes libres y viendo casa tras casa.

Parecía que el proceso no iba a terminar nunca, pero, al final, encontramos una casita que nos encantó.

Era más vieja que Jordi Hurtado (creo).

Tenía más de un siglo y estaba para tirar entera y reformarla de arriba abajo.

...

Tras unos intensos días de tira y afloja en la negociación, nos llamaron diciendo que aceptaban la oferta.

¡Por fin!

Esa noche descorchamos una botella de champán y brindamos por nuestra nueva casa.

Al día siguiente, comenzamos el papeleo del banco, fuimos a la firma de arras y un mes y pico después, a notaría a firmar la compraventa.

Todo parecía ir de maravilla y creía que lo tenía todo bien atado.

A los 25 días de la compraventa, recibimos un certificado de urbanismo.

Pensé: “¡qué bien! Ya está aquí la licencia de obra. ¡Qué rapidez! Qué buen funcionamiento tiene el Ayuntamiento. Así da gusto”.

Pues no.

Resulta que los señores de urbanismo me querían informar de que mi nueva casa tenía abierto un expediente, ya en fase de multas coercitivas.

¿Y qué pelotas es eso?» te preguntarás.

Pues una serie de multas, cada cual más gorda que la anterior, que te llegan por no cumplir alguna norma de urbanismo.

Esa norma que mi casa aparentemente no cumplía era no haber pasado una ITE (la ITV de las casas) hacía varios años.

¿Hola? He comprado la casa hace menos de un mes. ¿Qué me estás contando de ITE?

Cogí el teléfono para pedirle explicaciones a la inmobiliaria y se lavaron las manos.

Primera noticia, oye.

No tenían ni idea de esto.

Ya, claro.

Total, que me toca solucionarlo a mí con románticos paseos a urbanismo, mil llamadas a arquitectos y profesionales varios y otras tantas horas de lectura y señores trajeados en YouTube.

Al final, se pudo resolver la situación.

Pero las semanas infernales que viví al darme cuenta del marrón que tenía encima, la rabia de que nadie me hubiera informado y la nula ayuda que recibí por parte de la inmobiliaria, es algo que no le deseo ni a mi peor enemigo.

Sé por experiencia propia que la compra o la venta de una casa puede ser un auténtico quebradero de cabeza.

Problemas de papeleos, una derrama no contemplada, la angustia de ver cómo se van vendiendo las demás casas del barrio…

Quizás hasta has ido a alguna inmobiliaria y el comercial es como un maniquí que te dice que va a apuntar tu email para su base de datos y, con suerte, igual al cabo de unos meses, te llega alguna casa que no se parece en nada a lo que estás buscando.

En fin, nervios, pérdidas de tiempo y visitas absurdas entre otras.

Desesperante.

Frustrante.

Yo no quiero que te tires horas viendo vídeos de señores trajeados o cayendo en tretas legales que desconoces y te harán la vida más difícil.

Por eso, te daré toda la información necesaria para que puedas evitar este tipo de historias (y algunas mucho peores que te iré contando).

Para recibir esa información o leer mis historias

Y no sólo te daré información, sino que te ayudaré a que des el salto y tomes la decisión acertada.

Te daré mi opinión y consejo sincero.

Aunque sepa que no te va a gustar lo que vas a oír.

Estaré contigo durante todo el proceso de compra (o de venta).

Resolveremos juntos cualquier imprevisto que surja.

Incluso después de salir de la notaría.

Todo esto si decidimos trabajar juntos.

Si no, puedes seguir leyéndome a diario sin más.

O no, al fin y al cabo yo tampoco soy para todo el mundo.

Oye, aunque no seas mi cliente (aún), te recuerdo que siempre puedes colaborar conmigo de forma muy fácil y ganar un dinero.

¿Cómo? Bueno, eso te lo cuento en la guía que te regalaré al apuntarte a mi newsletter.

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